domingo, 15 de abril de 2012

Dar cuando cuenta.....



Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un hospital, conocí a una nena llamada Liz, que tenía una rara y grave enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, que había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad, desarrollando los anticuerpos necesarios para combatirla.

El doctor le explicó la situación al chico y le preguntó si estaría dispuesto a dar su sangre a su hermana. Dudó por un momento hasta que, con un gran suspiro, dijo “Sí, lo voy a hacer si eso la va a salvar”.
Mientras progresaba la transfusión, él descansaba con una sonrisa al lado de su hermana, que iba recuperando el color de su piel de a poco. Entonces se puso pálido y su sonrisa desapareció. En ese momento miró al doctor y le preguntó con miedo: “¿Ahora mismo voy a empezar a morir?”.
Siendo tan chico, el nene había entendido mal al doctor, y pensó que iba a tener que darle toda su sangre a su hermana para salvarla… Así y todo, estaba dispuesto a hacerlo.

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